El aprendizaje cooperativo es una de las fórmulas esenciales de la nueva forma de aprender. ¿Por qué? Pues muy sencillo, porque en equipo todo es mejor. Un ejemplo es que, por muy divertido que sea jugar al solitario en casa, creo que es más apasionante una tarde de cinquillo, por ejemplo, entre amigos, ¿no? Pues en el mundo de aprender es igual. Aunque, cabe destacar, que no es algo fácil de conseguir.
Por ejemplo, tal y como empezó la clase, no voy a negar que, si hubiera sido por mí, mi grupo y yo habríamos sobrevivido en el desierto de maravilla pero claro, somos un equipo y si ganamos, ganamos todos pero, sobre todo, si perdemos, perdemos todos. Menos mal que era un juego y no la realidad… No se lo tendré muy en cuenta 😉
Pero bueno, sin enrollarme mucho más, vamos al tema que nos toca contar. En la clase de hoy hemos aprendido la pieza angular para las dinámicas en grupo, cómo colocar a los alumnos según los niveles que han ido mostrando durante el curso, la motivación etc., para que dicho trabajo sea positivo y, además, hemos aprendido a dar ‘roles’ a cada alumno. Por eso, el aprendizaje de la sesión de hoy es en equipo, coordinando “nuestra clase” de forma organizada para que el proyecto sea posible.
Lo llevo diciendo desde la primera entrada, prácticamente. Esto se aprende con práctica, y al menos aquí podemos sentirnos como si estuviéramos en medio de una clase para ver si los resultados serían los apropiados. Nos va a servir para cuando seamos profesores, donde podremos comprobarlo de manera experimental, pero ya cuando nos toque ser profesores, que cada día que pasa queda menos.
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